Paciencia, es una de las claves para batir al mercado. En este caso concreto se aposto desde hace meses por los bajistas, gracias a dicha actitud hoy tenemos la recompensa.

A continuación os dejo un buen artículo sobre la Paciencia....my friend.

Fuente; Invertirenbolsa


Dicen que la paciencia es la madre de todas las ciencias. Pero también podríamos decir que es la madre de toda buena inversión en Bolsa. Justo lo contrario de lo que solemos buscar y encontrar cuando queremos invertir.
La prensa se alimenta de noticias que llamen la atención, no necesariamente que sean rentables o constructivas. Así, será motivo de titular cuando una acción cae o sube un 20% en un día, independientemente de si al día siguiente pierde todo lo ganado o perdido, o de si era totalmente imposible posicionarse de forma legal con anterioridad para rentabilizar el movimiento. De forma opuesta, una tranquila acción que poco a poco ha ido sumando un 10% de rentabilidad media anual durante años, será poco probable que ocupe los titulares que copan esas otras pequeñas explosiones tan vistosas, pero tan inútiles a la hora de invertir.
Efectivamente, a toro pasado, puede resultar muy sencillo pensar lo fácil que hubiera sido invertir en dicha acción justo el día antes de que subiera un 20%. Pero pensar de esa forma es similar al soñador que ve por televisión la alegría de los afortunados ganadores del último sorteo de lalotería de navidad es inútil conocer el número, el resultado, a posteriori. Entonces, ¿por qué hacer caso de esas noticias espumosas? ¿Por qué prestar atención al incesante bombardeo de variaciones inútiles en las cotizaciones con las que no podemos hacer nada constructivo?
La sabiduría oriental nos puede enseñar un camino alternativo, el de la paciencia. Sus resultados, aunque ya nos los han contado alguna vez, tendemos a olvidarlos y siguen siendo tan sorprendentes como poco practicados.
Cuenta la leyenda que uno de los habitantes más viejos de un pequeño pueblo construido a los pies de una gran montaña empezó un día a levantarse muy temprano y salir hacia la montaña con una cuchar en la mano.
Sus vecinos se preguntaban qué hacía el anciano todos los días saliendo del pueblo al amanecer con una cuchara. Hasta que un día le preguntaron y éste respondió:
“Supongo que os habréis dado cuenta de que la montaña bloquea los cálidos rayos del sol durante la mayor parte del año, dejando en la sombra a nuestro maravilloso pueblo. Un día pensé que si no estuviera ahí la montaña, disfrutaríamos del calor y la luz del sol todo el año, y seríamos más felices, así que decidí empezar a quitar la montaña de ahí”.
Sus vecinos no salían de su asombro. ¿Pero cómo podía pensar el anciano que iba a desplazar una montaña a base de cucharadas? El viejo simplemente les respondió:
“Alguien tiene que empezar”.
La inversión a largo plazo se parece mucho a la actitud de nuestro anciano. A primera vista parece una quimera, perseguir por ejemplo un “mísero y aburrido” 10% anual de rentabilidad, cuando en las noticias vemos acciones y activos que ofrecen rentabilidades mucho más espectaculares en muy poco tiempo.
Pero recordar el poder del interés compuesto (reinvertir los beneficios) quizá nos ayude a visualizar que, efectivamente, podemos llegar a mover una montaña con una cuchara, si nos tomamos el tiempo suficiente y no vamos con prisas persiguiendo espejismos inalcanzables.
Olvidamos muy fácilmente que si reinvertimos los beneficios, un 10% anual dobla nuestro capital cada 7 años aproximadamente. Por lo que en unos 30 años, podemos haber multiplicado por 17 veces el capital inicial. Mucho más espectacular sería si en vez de conseguir un 10%, consiguiéramos un 15% de rentabilidad anual media. En ese caso, esos mismos 30 años habrían multiplicado nuestro capital inicial por 66 veces.
El tiempo y la paciencia son factores que no debemos despreciar. Lo aburrido no tiene por qué estar reñido con lo rentable. En el ejemplo anterior, una inversión inicial de 10.000 euros hecha poco a poco en nuestra juventud e invertida sabiamente a lo largo de nuestra vida, puede convertirse cuando llegue nuestra jubilación en más de medio millón de euros. Una buena cuchara y mucha paciencia es lo que se necesita, no portadas de periódico o boletos de lotería.

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