En ese sentido, los jefes proporcionan liderazgo a los trabajadores, los padres a los niños y los cargos públicos a los ciudadanos.
En el caso de los padres, sabemos que esto no sólo funciona en una única dirección: los rasgos y necesidades de los niños influyen en los padres tanto como los padres a los niños. Mi comportamiento como padre es distinto con mis hijos ahora que están en la universidad que cuando eran bebés; cada uno de mis hijos ha necesitado distintos niveles y tipos de estructura y apoyo.
Con los buenos jefes ocurre igual: no tratan de la misma manera a todo el mundo. Algunos empleados responden bien a la firmeza; otros funcionan mejor cuando se les dan tareas generales y se les deja a su aire en cuanto a cómo cumplirlas; otros necesitan un seguimiento considerable. Un jefe de éxito encuentra la forma de sacar lo mejor de los demás. Eso requiere un alto nivel de seguimiento.
No todo el liderazgo ocurre entre distintas personas. Nos lideramos a nosotros mismos todos los días, ya sea intencionadamente o no. Como nuestros propios líderes, podemos intentarlo sin prestar atención a nuestras reacciones, o podemos dar un paso atrás, ver qué es lo que nos ha funcionado en el pasado reciente y aprovechar nuestros puntos fuertes.
Es difícil imaginar un líder de éxito que no tenga un alto grado de auto-liderazgo. Si no pudiésemos sacar lo mejor de nosotros mismos, ¿podríamos realmente inspirar a otros a la grandeza?
El liderazgo de uno mismo es mucho más que hacer una lista de metas para el nuevo año. Es un proceso diario que guía los esfuerzos, mantiene la visión de nuestras posibilidades y nos desafía a ser más de lo somos cuando nos abandonamos.
Mírese en el espejo y vea el trader que es: sus puntos fuertes, los débiles, los éxitos y los fracasos. ¿Cómo liderará a ese trader para que haga grandes cosas en el año que comienza? ¿Qué tipo de líder será para usted mismo?
Fuente: Cárpatos