La ley del hierro de sueldos, también conocida como ley de bronce de los salarios, es una teoría económica según la cual los salarios reales tienden "naturalmente" hacia un nivel mínimo, que corresponde a las necesidades mínimas de subsistencia de los trabajadores. Cualquier incremento en los salarios sobre este nivel llevará a un incremento de la población, y entonces el aumento de la competencia por obtener un empleo hará que los salarios se reduzcan de nuevo a ese mínimo.

Título de un folleto publicado en 1817 por el economista clásico David Ricardo (Iron law of wages). Para explicar por qué los salarios bajan hasta el nivel de subsistencia, David Ricardo basaba su argumentación en la Ley de los rendimientos decrecientes de la tierra. A medida que las mejores tierras se iban ocupando, la creciente población se desplazaba a tierras con una productividad menor, es decir, tierras marginales. Cuando las tierras sólo dan para subsistir, el salario es por tanto de subsistencia. Debido a la competencia entre los trabajadores, además, ese salario será el mismo para todos los trabajadores (incluso para aquellos que trabajan en tierras con mayor productividad). El argumento de David Ricardo se puede extrapolar también a una economía industrial (no sólo agrícola) si suponemos también rendimientos decrecientes del factor capital.


Influyó en Karl Marx en su temprana visión pesimista acerca de la posibilidad de que los trabajadores puedan beneficiarse del capitalismo. Sin embargo, es un error frecuente considerar que Marx concuerda con Ricardo respecto de esta ley ya que en el primer autor la cantidad y tipo de mercancías necesarias para reproducir la fuerza de trabajo tienen un caracter histórico y cultural; no necesariamente se encuentran en un nivel mínimo de subsistencia.

Ferdinand Lassalle la divulgó posteriormente como "Ley de bronce económica" (Das echerne ökonomishe Gesetz, 1863), al compararla con la perennidad de las leyes escritas en placas de bronce.

Ludwig von Mises argumentó que si se adopta este razonamiento para demostrar que a largo plazo no es posible un incremento en el salario medio por encima del mínimo, debe asumirse también que tampoco una bajada de ese valor puede ocurrir.

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